Muchas veces creemos que tenemos todo bajo control. O creemos que lo que hacemos es lo correcto. O sencillamente, creemos que lo que hacen los que nos rodean, es lo correcto.
Muchas veces necesitamos un punto de vista externo, objetivo e imparcial, para que de vez en cuando (de vez en cuando, no todo el tiempo) nos pueda indicar que vamos bien.
Y es que en el ámbito empresarial, desde hace tiempo se aplican auditorías internas y/o auditorías externas para verificar que todo marcha bien.
El problema es que a veces podemos tener una venda en los ojos, o quedamos ciegos ante las actitudes de quienes nos rodean. Y siempre los justificamos de muchas maneras.
Muchas veces necesitamos un punto de vista externo, objetivo e imparcial, para que de vez en cuando (de vez en cuando, no todo el tiempo) nos pueda indicar que vamos bien.
Y es que en el ámbito empresarial, desde hace tiempo se aplican auditorías internas y/o auditorías externas para verificar que todo marcha bien.
El problema es que a veces podemos tener una venda en los ojos, o quedamos ciegos ante las actitudes de quienes nos rodean. Y siempre los justificamos de muchas maneras.
-No pudo venir “porque no tiene tiempo”. (Pero si tiene tiempo para irse de vacaciones o de viaje)-
Es que no tiene dinero… (Pero tiene un Blackberry, viste de lino italiano, y come en restaurantes todos los días)
-Tiene otra, pero a mi es a quien ama de verdad…
Me ha dejado ya 4 veces, pero es que nos amamos. Y siempre que regresa lo acepto.
Siempre hay circunstancias que consideramos que justifican actuaciones, pero que pasadas a través del tamiz de una opinión externa o imparcial, vemos que no es así.
Y vivimos ciegos por toda la vida. O hasta que se nos cae la venda. Si alguien nos ayuda a tumbarla…
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