Alguien dijo un día: “Hay dos tipos de orgullo, el interno y el externo. Un Samurai que no posee los dos es de utilidad dudosa.”El orgullo puede ser comparado con la hoja de un sable. Debe afilarse y luego volverse a colocar en la vaina. De vez en cuando, es desenvainada, sostenida y limpiada para volverla a envainar. Si el sable de un Samurai siempre está desenvainado, si está siempre levantado, la gente le temerá y le será difícil tener amigos. Si por el contrario, no lo saca jamás de su vaina, la hoja se enmohecerá y la gente no temerá al que lo lleva.
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Hola Ángela!! Soy Gemma. Acabo de leer tu post y me ha gustado mucho. El orgullo positivo un carburante para el espíritu!! Besos
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