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jueves, 19 de enero de 2012

Reflexionando ¿Quién Soy Yo?



Entre los papeles del Dr. Agosin después de su fallecimiento había varios ensayos para ejercicios e introducciones para esos ejercicios.

Estos se presentaron a los miembros de Cafh y al público en general que vino a participar en busca de enriquecimiento espiritual.

“¿Quién soy yo?”es probablemente la pregunta más desconcertante, profunda, difícil, emocionante e interesante que nos podemos hacer.

Es desconcertante porque a lo largo de todas las respuestas y las definiciones que nos damos de nosotros mismos siempre terminamos insatisfechos. Siempre hay algo más. Después de cualquier respuesta a que podemos llegar volvemos a un:

“pero no es realmente así”.

“¿Quién soy yo?”parece una pregunta simple, quizás la más simple, y sin embargo nos deja desconcertados y confundidos.

Es profunda porque desde que recibimos el don de la conciencia, del sentido del yo, es del mayor interés para nosotros.

Desde el origen de pensar en el ser humano nos hemos hecho esta pregunta y ha sido motivo de nuestras reflexiones.

¿Qué puede ser más importante que entender la naturaleza del ser? Nada tiene mayor profundidad que la pregunta de quién es este “yo mismo”, la conciencia que habita este cuerpo y que vive en esta hora de la historia.

“¿Quién soy yo?”es la pregunta más difícil porque tiene miles de respuestas, y más. Sólo hacer la pregunta nos trae inquietud y ansiedad. Sentimos que es una pregunta relevante pero algo en nosotros rechaza pensarla y se quiere distanciar de la respuesta que de todos modos anhelamos.

Es algo tan básico que incomoda no tener una respuesta preparada y clara. Pero cualquier explicación apresurada nos deja insatisfechos. Cuando nos detenemos a pensar más profundamente nos damos cuenta de qué compleja e intrigante es la cuestión y aparece más vasta y escurridiza.

Muchas personas se asustan de la pregunta y la dejan de lado porque “es una preocupación demasiado abstracta” para gastar tiempo en ella. O se puede sostener que es un asunto para filósofos, o que no tiene relevancia en mi vida cotidiana.

¡Pero cómo puede no ser relevante! Si es tan básica y esencial, aunque sea difícil, exija atención, tiempo y hasta tenga un halo de aventura al encararla.

Empezar a preguntarnos esta simplísima cuestión, “¿Quién soy yo?” trae entusiasmo y emoción porque abre un vasto campo de exploración ante nosotros.

Quiere decir que es una puerta hacia nuestra vida interior. Cuando preguntamos seriamente, en la intimidad de nuestro ser, con honestidad total y objetiva, desnudos frente a nosotros mismos, empezamos a descubrir mucho sobre quién somos.

¿Con qué nos identificamos?

¿De dónde venimos?

¿Qué limitaciones nos auto-imponemos?

¿Cuáles son nuestros prejuicios?

¿Cuáles son las definiciones que hacemos de nosotros mismos?

¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?

Es sorprendente-a veces doloroso, a veces estimulante-llegar a conocernos en profundidad. Pero no es solo entusiasmo lo que encontramos en el camino hacia las respuestas de esta pregunta. Hay también fascinación porque se abre un inmenso campo frente a nuestros ojos: el campo de la conciencia interior. Tenemos un conocimiento subliminal de este aspecto de nuestra vida interior pero apenas nos relacionamos con él.

Y a medida que uno comprende más y más aparece con mayor claridad que la respuesta no tiene límites y que descubrimos nuevos horizontes de nuestra realidad. Fascinación y maravilla son las únicas palabras que describen este proceso.

No hay realmente una respuesta clara o simple a la pregunta. Este asunto de “¿Quién soy yo?” es más bien una herramienta para explorar la propia vida interior, y no una pregunta. Se puede usar como una ventana (o un microscopio) para mirarnos a nosotros mismos y explorar la naturaleza de nuestro ser.

Podemos acercarnos a la pregunta de modo sistemático:

Yo soy un cuerpo.

Todos tenemos un cuerpo y este aspecto de nuestro ser es el que más obviamente se ve. Nuestro cuerpo tiene un variedad de características: ciertas fuerzas, ciertas debilidades. Necesitamos darnos cuenta de sus diferentes aspectos y mantenerlo sano. Sin embargo también es obvio que somos algo más que nuestro cuerpo porque si se le remueve una parte (por ejemplo, una extremidad), igual seguimos siendo nosotros mismos; todavía queda un “Yo”. Yo soy un cuerpo, pero hay algo más....Yo soy una persona que reacciona emocionalmente. Necesitamos conocer nuestras respuestas emocionales, nuestros estados de ánimo, qué es lo que los causa.

Necesitamos llegar a ser objetivos con nuestras emociones, observar cómo reaccionamos.

Yo soy mis emociones, pero hay algo más....

Yo tengo un ser histórico.

Vivimos en un tiempo particular de la historia. El mundo era muy diferente antes y va cambiar completamente en el futuro. Vivimos en un momento como parte de un continuum histórico. Estamos muy determinados por esta hora de la historia, pero hay algo más....

Yo soy una cultura. Todos estamos sumergidos en una cultura.

Pero hay más....Yo soy parte de una nación.

La identidad nacional es una identificación muy fuerte. Nos identificamos con la historia, el pueblo, las costumbres. Hay símbolos que nos vinculan a la nación incrementando nuestra conexión emocional: “Soy Americano”, “Japonés”, “Chino”, “Francés”, “Chileno”-identificaciones fuertes.

Pero hay algo más....

Yo soy parte de una familia. La familia de la que venimos, la familia que soñamos, la familia que creamos. Recordar que enraizado está nuestro nombre en nuestra conciencia, y que gran parte de nosotros es.

Pero hay algo más.... Yo soy el resultado de mi educación.

Pero también....Yo soy el conjunto de mis pensamientos.

Pero también....Yo soy el conjunto de mis defectos.

Pero además....Yo soy mis rutinas.

Todos tenemos una rutina que se hace parte de nosotros. Nuestra conexión habitual con ella nos hace difícil cambiarla. Es parte de nosotros.

Pero hay algo más.... Yo soy un obrero.

Una persona que hace un trabajo. Esta es una de las identificaciones más fuertes que tenemos. Fácilmente igualamos lo que hacemos para ganarnos la vida con lo que somos. Pasamos tanto tiempo en nuestros trabajos que nos convertimos en ellos.

Yo soy un maestro, un estudiante, un ingeniero, un mecánico cuando en realidad yo soy una persona que enseña, que estudia, que practica ingeniería, que arregla automóviles. Así es que hay en mí algo más que mi trabajo....

Yo soy alguien que aspira a una vida mejor. Todos los humanos aspiramos a la felicidad y a hacer un mundo mejor..

Yo soy un conjunto de valores.…

Yo soy amor..

Yo soy espíritu.....

Yo soy misterio.. Lo desconocido.
Ejercicio
Siéntate en calma quince minutos cada mañana en un lugar tranquilo, confortable, con la espalda erguida y las manos cruzadas. Si es posible mantén los ojos cerrados. Respira hondo de tres a cinco veces para serenarte.Repite serenamente en voz alta: “Yo no soy .” nombrando cada posible identificación que podamos pensar, por ejemplo “mi cuerpo, mi trabajo, mi familia ....” hasta alcanzar todas las definiciones. Entonces permanece en silencio, con la idea de que eres un misterio, algo desconocido .

El Dr. Tomás Agosin era un psiquiatra en el Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Nueva York, y miembro fundador de Cafh en Nueva York. El Dr. Agosin falleció en 1991.

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