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viernes, 7 de octubre de 2011

Viaje a la Capadocia, el país de las hadas



Cuenta la leyenda que en la Capadocia, en el centro de la Anatolia turca, convivían sin problema los humanos y las hadas. Pero, como suele suceder en estos caso, un hombre y un hada se enamoraron, lo que estaba totalmente prohibido por ambos pueblos. La pena: la muerte. Sin embargo, la reina de las hadas recapacito y perdono a los amantes, pero para evitar que volviera a ocurrir hizo que todas las hadas se convirtieran en palomas. A partir de entonces, los humanos que habitan allí cuidan a las palomas que viven en las llamadas chimeneas de las hadas, unas de las estructuras de toba volcanica que hacen que uno sienta que está en la luna.

Monolitos de roca porosa, ciudades subterráneas bajo su planta, cuevas con frescos bizantinos en sus alturas, todo esto es lo que ha convertido esta región en una de las más interesantes de visitar del mundo, aunque aún hoy en día pocos turistas lleguen hasta allí.

Como llegar

Capadocia es uno de las regiones o provincias antiguos de Anatolia. El nombre, hoy en día, solo se utiliza en el turismo para determinar una zona que está entre tres pueblos que forman un triangulo: Nevsehir, Avanos y Urgüp.

Existen circuitos que combinan Estambul y la Capadocia, haciendo su recorrido en autobús. Para algunos puede ser una buena opción, pero la verdad es que el tiempo de visita de estas excursiones es demasiado limitado para verlo todo.

Para los que vayan por su cuenta, la mejor opción es llegar a Ankara, ya sea en tres desde Estambul o en avión desde cualquier ciudad europea. Desde allí es muy fácil coger un autobús para llegar a Göreme, el mejor centro de operaciones para visitar la zona.

Donde dormir

Los pequeños pueblos que forman la región tienen una gran gama de hoteles, desde los de alto standing que ocupan los grupos, hasta pequeños hostales familiares donde se respira el espíritu de la Turquía profunda, igual de hospitalaria que la población de Estambul pero menos “picardeada” con el turismo. Quedarse en uno de estos hostales llega a ser una experiencia en sí mismo, ya que acaba uno compartiendo desayunos y comidas con las familias propietarias, escuchando y aprendiendo.

Mi consejo para los que llegan a Göreme es acercarse a la oficina de turismo. Allí, señalando nuestro presupuesto y explicando nuestras necesidades nos indicarán rápidamente que hotel puede convenirnos. Ciertamente el funcionamiento de esta oficina es excelente.

Que ver

Es difícil hacer un resumen acerca de los que se puede ver en la Capadocia. Desde el pequeño pueblo de Göreme lo mejor es caminar, caminar por los caminos, repletos de maravillas. El paisaje selenita es, posiblemente, de los más bellos y sorprendentes del mundo. Las chimeneas de las hadas crecen por doquier, creando un panorama embriagador.

Otra visita imprescindible es el Museo al Aire Libre de Göreme. Uno de los motivos por los que la Capadocia es famosa es la existencia de iglesias excavadas en la roca, en sus promontorios, testimonio del culto cristiano más primitivo. Las pinturas de estilo bizantinos se encuentran en un gran estado de conservación y sorprenden a todos los visitantes.

Pero no solo existen estas iglesias en el Museo. Toda la región está llena de ellas. Si caminamos por senderos solitarios, podemos ir hallándolas una a una, entrando en ellas y disfrutando muchas veces en solitario. Seguramente encontraremos también a alguna lugareña que nos invitará a entrar en su casa, excavada igualmente en la roca (y con todas las comodidades). En un lugar donde el verano es abrasador y el invierno helado, vivir dentro de la tierra es la opción más cómoda. Si entramos comprobaremos esto, nos invitaran a un té y, obviamente, nos ofrecerán comprar algo de la costura elaborada por estas mujeres, famosas en toda Turquía: un kilim, unos guantes, un sombrero….todo hecho a mano y a mejor precio que en Estambul.

Aparte de los paisajes que nos encontraremos en toda la zona si nos movemos de pueblo en pueblo, hay otra visita que no debemos perdernos: alguna de las ciudades subterráneas, como las de Kaymakli y Derinkuyu, cerca de Nevsehir, dos de las 40 que los primeros cristianos acaso heredaron de los hititas y ampliaron, a resguardo de sus perseguidores, según crecía el catecumenado de su fe. Ciudades transitables aún hoy, linterna en mano, que contaban hasta con veinte niveles de habitabilidad bajo tierra, cocinas comunales, pozas interiores, sistemas de desagüe y corrientes de ventilación, cementerios y mazmorras.

Kilómetros cuadrados de ciudad subterránea, que nos deja con la duda acerca de cómo pudieron construirlas hace tanto tiempo.

Existen otros atractivos en la zona, pero sería demasiado largo describirlos todos. Solo un consejo: vayan a descubrirla, sobre todo si se acercan a Estambul

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